Yo creo que sí.


Vivir en pobreza extrema es sumamente desgastante y estresante. Vivir al día, sin saber si mañana vas a poder darle de comer a tus hijos. La incertidumbre constante, la carencia de cosas básicas que otros damos por sentado, es un problema que tienen miles de millones de personas en este planeta.

Existe algo llamado la trampa de la pobreza en donde, si naciste pobre, lo más probable es que no recibas educación ni servicios de salud de calidad, tu alimentación sea deficiente, tus padres no te den las herramientas necesarias para un adecuado desarrollo neuronal / emocional y tu círculo de familiares y amigos sean pobres también y, por lo tanto, esa forma de vida re resulte “normal” e incluso aceptable.

Esto genera que, cuando llegues a la edad adulta, tiendas a seguir siendo pobre y que, al tener poco dinero, comas mal, duermas mal y tiendas a tener hijos a una edad más temprana. Todo esto no hace más que agravar el problema y que tus hijos y los hijos de tus hijos tiendan a seguir el mismo camino. Un círculo vicioso que se repite y retroalimenta a sí mismo.

 

Ayudar a la gente a escapar de esta trampa es una misión a la que infinidad de economistas, sociólogos y expertos de muchas otras disciplinas están dedicado sus vidas.

 

Aún cuando, como lo comento en el post La Mejor Época, se han logrado avances muy significativos en las últimas décadas, la realidad es que sigue existiendo pobreza extrema en una cantidad brutal. Mucha más de la que nos gustaría admitir.

 

Para mi, la pobreza es una especie de cáncer que debe ser erradicado.

 

No estoy diciendo que los pobres sean malos, para nada. Lo que está mal es la pobreza en sí.

Estoy consciente que esta idea es difícil de digerir porque nos han hecho creer desde niños que forzosamente deben existir pobres para que otros puedan ser ricos, ya sabes, la eterna “lucha de clases”. Por ende, aceptamos la pobreza como algo natural e incluso necesario.

Sin embargo, desde mi punto de vista, no tiene que ser así necesariamente y es una vergüenza para nuestra civilización que a estas alturas no hayamos sido capaces aún de erradicarla. En estos dos posts explico más al respecto:

 

Nosotros los pobres, ustedes los ricos.

En qué la cagó Marx.

 

 

Pero, ¿cómo romper el círculo vicioso?

 

No me considero un experto en el tema ni mucho menos pero aquí te comparto algunas ideas que tengo al respecto.

Hace varios años leí un libro muy interesante llamado Poor Economics, en donde se explican casos de éxito y fracaso de programas enfocados en reducir la pobreza extrema a través de políticas públicas, así como una mirada bastante clara de cómo piensan y viven los más pobres en el mundo con menos de 1 dólar al día.

En el libro, explican que hace un par de décadas se pensaba que los microcréditos serían la clave para reducir la pobreza de manera muy efectiva porque le permitiría a la gente pobre emprender pequeños negocios que, eventualmente, podrían ayudarlos a salir adelante. Sin embargo (como la Teoría de Juegos en la Economía) su impacto no ha sido tan profundo como se esperaba. Lo que pasa es que el dinero que les prestan lo usan por lo general para consumo en vez de emprendimientos.

Esto lo pude constatar cuando trabajé en un banco que atiende a “la base de la pirámide”, mejor conocidos como en México simplemente como “jodidos”: los créditos, generalmente, los piden para irse de vacaciones, para la fiesta de quince años de la niña, para comprarse una moto, para la pantalla LED de 40 pulgadas para su jefecita chula, para pagar el préstamo que le deben al primo, en fin…….muy pocos para poner un negocio.

 

Los más pobres SÍ ahorran, pero no dinero.

 

Las personas en pobreza extrema, por lo general, NO ahorran en forma de dinero. No tienen metas de ahorro (por ejemplo: comprar un auto, una casa o tomar unas vacaciones en la playa) porque, al ver que les llevará años o incluso décadas alcanzarlas, desechan la idea y se gastan sus escasos excedentes en pequeños lujos. Esos pequeños lujos pueden ser dulces, caguamas, televisión por cable, ir cada fin de semana al tianguis a chacharear, etcétera.

Este sector de la población prefiere “ahorrar” haciendo mejoras o ampliaciones en sus casas. Te explico: como no tienen el dinero para poder construir, por ejemplo, una habitación adicional de un solo golpe, primero construyen una pared; meses después, cuando les cae otra lanita, continúan la obra y así sucesivamente hasta que finalmente la terminan. Por eso en zonas pobres siempre vas a ver casas en obra negra.

 

Mucha gente piensa que la solución está en educar a los niños. Yo pienso que lo más efectivo es educar a las madres y padres primerizos.

 

¿Por qué los primerizos? Porque pienso que suelen ser mucho más receptivos a nuevas ideas o formas de pensar debido a que, en ese preciso momento, están experimentando cambios drásticos en sus vidas. Además, lo más probable es que tengan más de un hijo, así que el efecto se replicaría en ese caso.

Bien valdría la pena darles la información y herramientas para que puedan ayudar a sus hijos a desarrollar su máximo potencial. Y todo empieza desde la gestación.

Además, los primeros 5 años de un ser humano son fundamentales en su vida adulta. 90% del desarrollo del cerebro de los niños ocurre en ese periodo. Existen estudios que comprueban una correlación muy fuerte entre cómo vivieron esos primeros años y cómo les va en la vida adulta.

Entonces, invertir en los padres para que ayuden a sus hijos a vivir esos 5 primeros años de la mejor manera posible es algo en lo que yo apostaría con los ojos cerrados.

 

Se me ocurren dos cosas en las que, si estuviera en mis manos, sin duda apoyaría:

 

Cursos psicoprofilácticos gratuitos.

– Clases gratuitas de estimulación temprana (psicomotricidad, matronatación).

 

Recuerdo que, poco después que supimos que estábamos embarazados, Karina me llevó a la fuerza a un curso psicoprofiláctico. Yo no tenía idea de lo que eso era.

La idea central es preparar a los nuevos padres a recibir a sus hijos de la mejor manera posible, así como a entender y disfrutar todo el proceso, no sólo el embarazo sino también el post parto.

Apoyan mucho el parto natural y la lactancia materna exclusiva porque representan ventajas importantes para los bebés: son generalmente más sanos y estables emocionalmente.

Desafortunadamente, muy pocas personas tienen acceso a ellos en México. Me quedó claro, desde la primer clase, que son generalmente para gente de alto poder adquisitivo. Yo fui, sin duda, el más pandroso y pobre de mi grupo =D.

Sin embargo, pienso que este tipo de información debería ser gratuita y de acceso a toda la población. Aunque no dudo que la CONAFE esté haciendo un buen trabajo, me da la impresión de que no cuenta con el apoyo o los recursos suficientes.

En el IMSS sólo se limitan a darte unas copias en donde te hacen recomendaciones de cómo hacer ejercicios con tu bebé en casa. No dan clases, si siquiera una breve capacitación. Es una lástima.

Nos vendría bien tropicalizar algunas de las políticas públicas que se han aplicado exitosamente en países de primer mundo como Finlandia.

Atacar desde distintos frentes, con el apoyo de internet, es fundamental para ir reduciendo poco a poco la brecha entre ricos y pobres.

Ni a ti ni a mi nos alcanzará la vida para ver al mundo sin pobreza. Seguirá siendo un problema a resolver durante varias generaciones más. No obstante, nosotros podemos hacer muchas cosas para avanzar más rápido en este tema.

 

Y tú,¿ qué piensas al respecto?

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