Hace una semana le dije a mi jefa que ya no me interesaba seguir laborando en la empresa donde he estado desde hace más de 10 años


 

Pensé que decirlo me iba a ser más difícil, pero me di cuenta de que (como dejar de fumar) lo complicado no es hacerlo, sino tomar la decisión que te lleva a tomar la acción.

 

Un libro que me ayudó mucho a dar este último paso es The Flinch.

 

En este momento estoy de “vacaciones” antes de mi salida definitiva. El pasó ya está dado: quedaré “desempleado”.

 

Como he publicado anteriormente, llevo pensando desde hace año y medio la forma de escapar de mi empleo de oficina, de la Matrix, del Shawshank, del mundo Godinez pues.

Incluso hace más de un año expuse mis ideas al respecto en este post (por si gustas darle una leída). Este artículo es, entonces, una continuación del anterior.

 

Llevo más de una semana en esta situación y he comprobado que las cosas que dicen que pasan cuando renuncias son ciertas. Estas son algunas de ellas:

 

El mundo sigue girando sin ti, no pasa nada cuando te vas. Sí, algunas personas (mucho menos de las que piensas) te extrañarán e incluso se tomarán la molestia de mandarte mensajes o regalarte una llamada.

 

– Tienes que crear tu propia agenda de trabajo. Tener un empleo te facilita la vida en el sentido de que te da una estructura y organiza tu vida en las horas laborales por lo menos. Pero cuando dejas ese mundo, es ahora tu responsabilidad darle forma. La auto-disciplina y el saber crear hábitos positivos jugarán ahora una parte crucial. Como recurso para construir dichos hábitos, te recomiendo el libro The Power of Habits.

 

– Los viernes ya no saben tan ricos. Esto es comprensible porque, cuando dejas el empleo formal, los viernes son solamente un día más de la semana, con la diferencia de que tus amigos andan más contentitos y con ganas de echar fiesta (sobretodo si es quincena). En algún lado leí que las quincenas son tan adictivas como el crack.

 

– Te despides de la “seguridad” de tener un ingreso fijo llamado quincena. Esto es importante: ahora lo que ganas es directamente proporcional al valor que otorgas, no a lo que alguien determine de manera arbitraria. De alguna manera, tú decides ahora lo que ganas y estos ingresos rara vez serán de manera quincenal, así que deberás tener una mayor disciplina financiera o, como me acaba de pasar, te puedes quedar sin dinero a la mitad del mes.

 

– Perderás “amigos”. Mucha de la gente ve tu partida como un recordatorio de su falta de carácter y decisión porque, en el fondo, ellos quisieran hacer lo mismo que tú pero no se atreven. Cuando dejas el empleo te distanciarás de ellas de manera natural y eso está bien, al final no eran tus amigos después de todo y es bueno filtrar a las personas que no agregan valor en tu vida. Por otro lado, ganarás muchos más que sí están alineados a tu plan de vida y que, lejos de ver tu desarrollo personal como una afrenta, lo verán como un ejemplo a seguir. Espero poder encontrar por este medio a algunos de ellos.

 

 

Pues bien, así las cosas. Dejar mi empleo es una de las decisiones más difíciles e importantes que he tomado en mi vida y, aunque debo confesar que aún tengo miedo y no he podido dormir bien en los últimos días. Me despierto en las madrugadas con pesadillas sobre un futuro de auto-empleo lleno de inseguridades financieras, con miedo al fracaso, al escarnio social, a hacer el ridículo.

 

Sé que esas voces en mi mente son las que me están tratando de mantener en mi status quo porque, al final de cuentas, esa es una de las funciones del cerebro humano. El hacer caso omiso a esas voces, sin embargo, es lo que separa a las personas exitosas de las que prefieren llevar una vida promedio, sin sobresaltos.

 

Me emociona saber que tengo el control de mi vida por primera vez; el futuro es promisorio =D

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